Dolmen El Pendón

El Dolmen de ‘El Pendón’ se localiza al sur del municipio burgalés de Reinoso. Su emplazamiento, en el borde de la paramera que delimita dicho núcleo de población por el sureste, le otorga una posición dominante con respecto al valle y al amplio páramo circundante, dotándole de una significación especial como referente espacial en el entorno. Para su construcción, se aprovechó una zona ligeramente elevada en este sector, una especie de plataforma natural que realza la sensación de monumentalidad a ojos del visitante.

En la actualidad, ‘El Pendón’ es uno de los escasos monumentos megalíticos documentados en la comarca de la Bureba y el único que ha sido objeto de una excavación arqueológica sistemática.

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Las investigaciones arqueológicas en el Dolmen de ‘El Pendón’, así como los hallazgos y datos recabados a lo largo de las siete campañas de excavación -2016-2022- han sacado a la luz la compleja biografía de este monumento. En origen, se trata de un sepulcro de corredor, en cuya cámara funeraria se depositaron los cuerpos de cerca de un centenar de individuos en distintos momentos a lo largo del IV milenio a.C. y que, posteriormente, experimentó una intensa transformación estructural y funcional, convirtiéndose en un centro ceremonial y de agregación poblacional.

Esta compleja biografía se caracteriza, fundamentalmente, por dos momentos de ocupación: (1) la fase de construcción y primeros usos funerarios del sepulcro, que tuvo lugar durante la primera mitad del IV milenio a.C.; (2) un segundo momento de intensa ocupación funeraria (ca. 3200-3000 a.C.), a la que siguió un singular proceso de remodelación y clausura que tuvo como resultado la completa transformación del monumento, tanto en su faceta arquitectónica como en el ámbito de su funcionalidad y significación socio-cultural.

Además, se han podido documentar diferentes prácticas rito-funerarias como distintos eventos de sellados pétreos, el desmantelamiento de parte de la estructura interna, diversas manipulaciones y actos de selección esquelética, posibles prácticas de amortización de recipientes cerámicos, distintos agrupamientos y reordenamientos intencionales de huesos humanos o la quema intencionada post mortem de algunos cráneos y diversos restos óseos.

La población depositada en el osario del Dolmen de ‘El Pendón’ alcanza, prácticamente, el centenar de individuos, con representación de ambos sexos y de todas las categorías de edad. El buen estado de conservación de este significativo registro óseo ha permitido recuperar ciertas partes esqueléticas que, normalmente, no se conservan o aparecen deterioradas (esternones, manubrios, sacros, o cartílagos osificados como el tiroides o el hioides), así como identificar diversos procesos patológicos.

Por su parte, el conjunto material recuperado está formado, en general, por los elementos habituales hallados en este tipo de yacimientos, destacando en algunos casos por su singularidad y excepcionalidad. Así, contamos con una importante colección de puntas de flecha de distintas tipologías, elementos de adorno como cuentas de collar elaboradas sobre distintas materias primas o colmillos de jabalí perforados a modo de colgantes, cerámicas decoradas, láminas y microlitos geométricos sobre sílex, entre otros.

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