Fases

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1. Pendón 0: Ocupación pre-megalítica

Las primeras evidencias de la presencia de una ocupación pre-megalítica fueron documentadas durante la campaña del 2018, al ampliar la zona de intervención hacia el NE. Se trata de un nivel muy endeble, que se encuentra prácticamente desaparecido y que sólo se ha documentado en las zonas perimetrales del monumento megalítico. Podría tratarse, por tanto, del resultado de una limpieza del espacio previa a la construcción del dolmen, para conseguir una superficie más uniforme y transitable.

Por el momento, no hay ninguna datación radiocarbónica asociada a esta fase de uso. Sin embargo, los análisis crono-tipológicos de los materiales recuperados en las unidades estratigráficas asociadas a esta ocupación, tanto por las decoraciones cerámicas como por las tipologías líticas, los ubican con bastante certeza en cronologías neolíticas anteriores a la aparición del fenómeno megalítico, en torno al último tercio del VI y primera mitad del V milenio a.C. Por tanto, este lugar ya era frecuentado unos mil años antes de la construcción del dolmen.

2. Pendón I: Fase de construcción y primeros usos funerarios

En la primera fase de uso del Dolmen de ‘El Pendón’, se levantó la estructura interna de este megalito, cuya cámara, con un diámetro superior a los 3 m, estaría conformada, probablemente, por ocho ortostatos de piedra caliza. En la actualidad, seis de ellos permanecen aún in situ. Se ha podido documentar la estrategia de cimentación de esta monumental cámara megalítica. En este caso, más que fosas individualizadas para cada uno de los ortostatos, como suele ser lo habitual, parece que se excavó una zanja continuada en la que irían encajados los grandes bloques calizos que la conformaban.

En cuanto al corredor, pese a no conservarse ninguno de sus ortostatos in situ, se ha podido documentar el tazado completo. Su longitud alcanzaría los 6-7 m, mientras que su anchura sería de 1,5 m en la zona de contacto con la cámara, estrechándose hasta alcanzar apenas 1 m en el área donde, probablemente, se encontraría la entrada original al dolmen. También se han podido identificar, no sin dificultad, las fosas de cimentación donde habrían ido encajados los ortostatos que lo conformaban.

En relación a la estructura tumular, cuya función sería la de reforzar arquitectónicamente esta gran estructura interna y dotar al lugar de una mayor monumentalidad, se halla bien conservada. Actualmente, alcanza entre 5 y 6 m de diámetro y unos 2 m de altura. Sin embargo, dadas las dimensiones de la arquitectura interna y de la longitud del corredor, es muy probable que el túmulo tuviera, en origen, un tamaño muy superior al actual. Por tanto, su aspecto actual sería resultado del proceso de clausura y transformación que experimentó todo el monumento y no tanto de intervenciones o saqueos en época reciente.

Dos dataciones radiocarbónicas sobre hueso humano sitúan esta fase del Pendón I durante el primer tercio del IV milenio a.C.

El conjunto material asociado a esta primera fase de uso es diverso y numeroso, destacando la aparición de microlitos geométricos, láminas y otro tipo de útiles variados como perforadores, raspadores o taladros, todos soportes realizados en sílex. También se ha recuperado un significativo conjunto de elementos de adorno, fundamentalmente cuentas de collar de diversa morfología y elaboradas sobre distintas materias primas. En cuanto a la industria ósea, son escasos los materiales hallados, entre los que cabría señalar dos pequeños extremos de punzón.

3. Pendón II-III: segunda fase de uso funerario y proceso de remodelación y clausura

Hasta seis dataciones radiocarbónicas sobre hueso humano fechan la segunda fase de uso del Dolmen de ‘El Pendón’ en el último cuarto del IV milenio a.C., momento en el que volvió a usarse, de manera intensiva, como lugar de enterramiento colectivo y diacrónico. Prueba de ello es la alta densidad de restos óseos recuperados en el osario, el cual se extiende de manera bastante homogénea por todo el espacio de la cámara megalítica.

En este osario se encuentran representadas, prácticamente, todas las regiones anatómicas, siendo los huesos más abundantes los del tórax, columna vertebral y los de manos y pies, debido principalmente a su mayor frecuencia y elevada fragmentación. Destaca la alta concentración de restos infantiles, sobre todo teniendo en cuenta su habitual infrarrepresentación en este tipo de contextos megalíticos. Se han documentado numerosas prácticas de selección, manipulación y reordenamiento de los huesos humanos procedentes del osario, antes de ser colmatado por una capa de piedras. Tales eventos no se dieron de manera aleatoria ni accidental, sino que fueron intencionados y perfectamente planificados. Prueba de ello, es la diversidad de patrones de comportamiento ritual que se han identificado, como los múltiples agrupamientos y superposiciones del mismo tipo de piezas esqueléticas (mandíbulas superpuestas o los ya conocidos “nidos de cráneos”), siendo el más singular la colocación intencional de un cráneo sobre uno o dos coxales dispuestos a modo de cama, un reordenamiento óseo exclusivo, por el momento, del Dolmen de ‘El Pendón’.

La denominada como tercera fase de uso, en la transición entre el IV y el III milenio a.C., como indica una de las dataciones radiocarbónicas realizada sobre fauna, se trata en realidad de un complejo proceso de clausura y transformación del monumento, que implicó, entre otras prácticas, el desmantelamiento completo de la estructura aérea del pasillo, parte de cuyos ortostatos se echaron dentro de la cámara con el fin de sellarla definitivamente.

A partir de su clausura, el Dolmen de ‘El Pendón’ dejaría de cumplir su función original como tumba colectiva, manteniendo e, incluso, acrecentando su ya importante valor simbólico como referente territorial, centro ceremonial y lugar de agregación poblacional durante generaciones.

Dentro del conjunto material asociado a estas fases de uso, destaca, por su número y diversidad tipológica, el nutrido grupo de puntas de flecha recuperado. Muchas han aparecido fracturadas en su extremo distal, proximal o en ambos, hecho que podría indicar un uso previo a su depósito como ajuares. Uno de los hallazgos más singulares y excepcionales es una lámina de unos 10 cm de longitud, retocada en su frente distal y en ambos laterales, por lo que podría tratarse de un instrumento polifuncional. La excepcionalidad de esta pieza reside en su tamaño, buena conservación y compleja elaboración. Por último, a la fase de Pendón III se asocian dos acumulaciones de cerámicas, una de ellas documentada en la cámara funeraria y la otra bajo una laja de arenisca ubicada, junto a la pared occidental del pasillo, en uno de los extremos del evento de cierre del acceso a la cámara. En ambos casos, se trata de agrupaciones de numerosos fragmentos cerámicos lisos, de factura tosca y muy erosionados, que por su tipología podrían adscribirse a un momento de finales del IV o inicios del III milenio a.C.

4. Pendón IV: Ocupaciones esporádicas y puntuales en época histórica

A lo largo de la excavación del Dolmen de ‘El Pendón’, se ha recuperado un nutrido conjunto de materiales arqueológicos, dispersos y descontextualizados, que remiten a cronologías históricas poco precisas.

Durante la campaña del 2020, en el proceso de limpieza y descubrimiento de la mitad oriental del túmulo, se encontró una moneda, concretamente una Blanca de cobre de Felipe II, con una cronología definida entre el 1556 y el 1598. Por tanto, esta moneda data en términos post quem (finales del s. XVI) uno de los episodios de ocupación histórica que tuvo lugar en este dolmen.

La excavación ha revelado, también, diversas evidencias de saqueos y actividades intrusivas llevadas a cabo en época reciente. Como resultado de estas intrusiones, se han documentado varios echadizos modernos, en los que se han recuperado numerosos materiales de cronología prehistórica, muy fragmentados y completamente descontextualizados -sílex, cerámicas, huesos humanos, etc.-, mezclados con otros elementos –cerámicas vidriadas, materiales constructivos, útiles metálicos, etc.- y restos de fauna de época histórica.

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